Un breve repaso por el desarrollo de mi nuevo juego, uno distinto.

¡Hola! Bienvenidx a “¿Por qué? No hay por qué”, un newsletter sobre diseño de juegos.

Hoy terminé un proyecto de meses, distinto, especial. Me parece correcto dedicarle esta edición del newsletter ¿No?

Hay muchísimo para contar al respecto, fueron casi 5 meses de trabajo a pleno, intentaré tocar los puntos principales al menos. A por ello.


¿Por qué?

Además de la respuesta obvia, por que por algún lado hay que arrancar.

Hace poco más de un año me atrapó una especie de obsesión por los juegos mecánicos de principio de siglo pasado. No me interesan mucho los pinballs más populares, los electromecánicos que jugamos en los 80’s y 90’s, ni siquiera especialmente los pinballs, sino el concepto de juego puramente mecánico. Esa combinación de habilidad, azar, palancas y poleas, aparatos originalmente diseñados y construidos por carpinteros y herreros en galpones viejos con herramientas que necesitan ser afiladas.

Estoy convencido de que una de las cosas que escasean en la vida es el interés asique cuando lo encuentro, trato de reconocerlo y alimentarlo. A veces se va de las manos, como ahora. Este proyecto nace por eso, por aferrarme a un interés.

¿Para qué?

Para explorar otra forma de pensar el diseño de un juego (como desafío), para pasar de mecánica lógica a física (por placer) y para cambiar la escala.

De esos puntos, el que primero me atrajo es la escala. Pensé mucho en los juegos de arcade, esos gabinetes de metro ochenta casi todos iguales cada uno con su juego, la idea de asomarte a ver que hay, de caminar entre ellos fue central cuando empecé a buscar este proyecto. Digo buscar por que para desarrollar una idea, obviamente, primero hay que encontrarla, y en general no sé bien de donde salen ni donde están.

El uso del juego estuvo en claro desde el comienzo, ir a lugares. Llevarlo a donde tengan la generosidad de recibirnos y jugar ahí, tomando birra y comiendo papas fritas, una experiencia que valga si jugás y si ves a otros jugar por igual.

¿Cómo?

Tengo la fortuna infinita (no exagero, es infinita) de contar con un taller para construir mis juegos de siempre e ir a pensar o desarrollar cosas como este proyecto. Gracias al taller (que comparto con @kosos.cerámica) una gran parte de el “cómo” se resolvió solo.

La otra parte siguió el camino de todos mis juegos actuales, el diseño material avanza a la par con el del juego. Se limitan y alimentan mutuamente, Sendas, Topo y el nuevo juego solitario no tienen nada que enviarle a este proyecto en ese sentido, en todos los casos el diseño de la cosa convive y avanza a la par con el de las mecánicas.

Uno de los problemas que trae este enfoque dividido es el alto riesgo de abandono. Muchas cosas pueden salir mal al mismo tiempo, no me voy a explayar al respecto acá pero digamos que lo enfrenté con la de siempre: “Tranqui, dejalo ahí y volvé mañana”.

¿Qué?

Casi todos dicen que es un pinball, hasta yo. Pero en verdad, la inspiración mas directa es el GranGol, un juego de futbol de mesa de los 60’s. El mecanismo de teclas y golpeadores viene directamente de ahí, si bien lo ajusté a mis necesidades la mecánica es la misma que se utilizaba en la construcción de aquellos “metegoles” alternativos.

Como ya dije, el juego nació a partir de su escala, luego vino la mecánica en distintas formas hasta que a mitad de camino recordé el mecanismo del GranGol y recién ahí apareció lo que vemos hoy.

Es un juego 100% para dos, cada participante tiene 3 teclas que controlan a 3 golpeadores. Se juega una bolilla por vez y el objetivo de ambos jugadores es evitar que pase la líneas de los golpeadores (como en los flippers). Eso es todo, lo que se vé es lo que hay.

Hay síntesis y hay exageración, estoy muy contento con el resultado y les agradezco a todos y todas por haber seguido el proceso en Instagram, Twitch o por acá mismo.

¿Y Ahora?

Me pareció importante dejar una ventana al interior.

El próximo paso es arrancar la producción del nuevo juego abstracto solitario y empezar a buscar lugares donde ir con el mecánico. Hay trabajo para rato.

¡Ah! También estaría bueno encontrarle un nombre. Siempre para el final esa.

¡Gracias por leer!