Hay una parte donde todxs pierden
¡Hola! Bienvenidx a “¿Por qué? No hay por qué”, un newsletter sobre diseño de juegos donde no siempre escribo sobre diseño de juegos.
Es increible, pero sigue existiendo la televisión. De hecho, cada tanto aparece algún programa que copa el medio casi por completo, hay un estilo que me atrae especialmente. Me repele y me atrae a la vez.
Hablemos de Masterchef. ¡A por ello!
Juegos en la tele
Si venís leyendo este newsletter hace tiempo ya sabés que hay solo un puñado de mecánicas sobre las que se construyen todos los juegos que conocemos. Pero hay una categoría muy especial, un híbrido extraño y mutante, pero atractivo: los certámenes de TV.
No, no me refiero a los programas de preguntas y respuestas, de habilidad motriz ni a los de azar. Sino específicamente a los de jurado. Esos que establecen, muchas veces, complicadas dinåmicas que ni el público ni los participantes llegan a comprender del todo. Reglas que se pisan unas a otras, cambios caprichosos sobre la marcha si el rating no crece y, principalmente, mucho drama.
Para los que nunca vieron un certamen de TV de ningún tipo les cuento el funcionamiento básico.
Aspirantes a un premio se enfrentan unxs a otrxs en una serie de competencias de habilidad en algún rubro específico. Semana a semana un jurado de celebrities del rubro juzgan el trabajo de los aspirantes y eventualmente eligen a aquél con el peor desempeño, quien es eliminado de la competencia.
El caso Masterchef
Sin vueltas, lo que vengo a decir es que: EN MASTERCHEF GARPA MÁS PERDER LOS DESAFÍOS QUE GANARLOS.
La situación se presenta siempre igual: antes de la receta final que dejará a alguien afuera de la competencia, presentan un desafío breve que ofrece un “beneficio” como premio al ganador.
El desafío es algo rápido, cómo apilar latas de tomate a ver quien logra la más alta. Supongamos que hay 4 participantes: Pepe, Lola, Tito y Mimí
Mimí logra construir la torre más alta y gana el beneficio. ¡Albricias! La receta final es un bizcochuelo, y Mimí ahora puede quitarle un ingrediente a cada uno de sus contrincantes, tal es el beneficio obtenido ese día. No lo duda, Lola se queda sin azúcar, Pepe sin huevos y Tito sin harina, a ver cómo se las arreglan.
Lo que sigue ya lo podés adivinar. Las tortas de Lola y Tito están ok, zafan, la de Pepe es magnífica, no podemos creer que hayas logrado esta torta sin azúcar. ¡Que creatividad! ¡Que historia de superación personal!
Mimí, la ganadora del desafío, que contó con una supuesta ventaja hizo la mejor torta pero se va del programa, por rata, por jugar el juego y por que si te subimos, ahora te bajamos.
¿KÉH?
El “beneficio” se convierte, invariablemente, en debilidad. El beneficio material concreto (quitar un ingrediente) siempre es menor al percibido por el jurado. Si ves el programa seguro te suena el patrón, de hecho puede que le grites a la pantalla cada vez que sucede. “¡No lo hagas!” Y va y lo hace, o peor… no lo hace. Y ahí también es en contra, porque después dicen que “Tuvo la oportunidad y la desaprovechó”
Entonces ¿Qué está pasando? ¿Porqué hay un desafío donde todxs pierden? Si ganás perdés, y si perdés también perdés, pero un poco menos.
Quien gana el desafío automáticamente toma la forma de un Goliat que, sin quererlo, va a convertir en David a quien (o quienes) decida “perjudicar” usando su beneficio. Lo que sucede a continuación es que automáticamente el público se vuelve en su contra (y por ende, el jurado). ¿Logrará el débil sobreponerse a la opresión?
El juicio final, por supuesto, no es un juicio basado en hechos sino en la necesidad de alimentar la narración y darle al público el final esperado, con alguna variación cada tanto.
Así vemos que al final del día una torta sin azúcar que es un asco recibe una valoración superior a otra que está “ok”, no por virtud de las tortas sino por necesidad dramática.
En definitiva quien ganó el desafío lo que verdaderamente obtuvo es una última prueba cuesta arriba por contar con un supuesto beneficio que no es tal.
Entendiendo que es un show que tiene más de novela que de juego, si me bancan, propongo una solución que mantenga el drama pero a la vez corrija el desbalance que describo. Porque acá no vengo a criticar, sino a PRO PO NER.
Inclinando la balanza
El segmento de la receta final, la que te deja afuera del programa por decisión de un jurado, no la voy a tocar. Ahí está el show y supongo que si el rating y los anunciantes quieren que avance Fulanito y no Menganita, no hay nada que hacer.
Lo que me deja con el segmento inicial y la misión de encontrar un beneficio real que pueda recibir como premio el o la ganadora del desafío.
Lo primero que salta a la vista es que existe un desbalance fundamental entre la fuerza de los participantes y el jurado, asique apunto ahí.
1) El beneficio no va a ser en contra o a favor de otro participante sino enfocado en el jurado.
El jurado no puede ser afectado directamente ya que se rige por otras reglas que no puedo tocar, pero podemos modificar su poder parcialmente para mejorar la posición del participante.
Tampoco puede ser un beneficio radical, como una inmunidad completa, sino se corre el riesgo de que el desafío se convierta en algo más importante de lo que es.
2) El efecto sobre el jurado es limitado, para que no constituya algo equivalente a una inmunidad total.
El jurado tiene 3 herramientas para juzgar:.
- El plato final: “Está muy rico” o “Esto es basura”.
- Concepto general del participante: “Esperaba mas de vos” o “No cocinas TAN mal”.
- Forma de trabajo: “Que ordenado, muy bien” o “En mi restaurante no durás dos horas”.
3) Vamos a quitarle una herramienta al jurado.
La isla de cocina privada deluxe special
¿Conocés el dicho “El trabajo cuesta $1000, pero si querés ver cómo lo hago van a ser $2000”? Bien, señoras y señores, me complace proponerles como solución: “LA ISLA DE COCINA PRIVADA”.
Quien gane el desafío inicial va a cocinar en una isla privada, a la vista del televidente pero a ocultas del jurado, quienes solo podrán ver el plato final.
¿Quiere el beneficiado apoyar cosas en el piso? No hay problema. ¿Está apurada? Nadie va a interrumpir. ¿Le está saliendo todo para atrás, se ve horrible pero la puede zafar en la presentación? Excelente, se lo ha ganado. ¿Terminó muy temprano y está ok? Tranca, no pueden ir a decirle que le agreguen algo random.
El participante gana tranquilidad, el jurado pierde subjetividad y el espectador obtiene toda la emoción de la anticipación.
Win – win – win.
Conclusión
¡Bueno che, ya se que es solo un programa de TV! Pero me dicen “juego” y yo me meto a ver en que andan. ¿Para que me traen si saben como me pongo?
¡Gracias por leer!