A veces nos toca ser el tonto del pueblo aún cuando no hay pueblo.

La historia de la Sopa de piedras tiene mas de 300 años, proviene de Europa y es uno de esos cuentos que toma distintas formas a través del tiempo. Yo creo que es una historia sobre creatividad.

Sopa de Piedras

Un grupo de viajeros llega a un pueblo, con nada más que una pequeña olla a cuestas. Hambrientos y cansados, luego de pedir comida sin éxito a los pobladores, se dirigen a un arroyo cercano. Allí cargan agua en la olla, le agregan una piedra, prenden un fuego y la ponen a calentar.

Our Stone Soup: The Ingredients for the Universal Story | by Josef Bastian  | The Cryptofolk Movement | Medium

Una niña del lugar, con curiosidad, se acerca y les pregunta que están haciendo. Los viajeros responden al instante, “Cocinamos sopa de piedra, una receta deliciosa que estaremos felices de compartir con todos”. Pocos minutos mas tarde la misma niña vuelve, pero esta vez con su madre y una gran olla, “Me cuenta mi hija que están preparando sopa de piedra? No creí que era posible, y aquí sobran las piedras. Pueden usar esta olla para hacer más cantidad”.

Otro poblador, al ver la situación se acerca a preguntar y ofrece un par de zanahorias para mejorar el sabor. Luego uno más llega con un par de papas, a cada uno los viajeros (o cualquiera de los que ya estaban allí) les cuentan de la sopa de piedras, su sabor y valor nutricional. Más y más pobladores empiezan a llegar, cada uno agregando algo nuevo: un poco de sal, zapallo, ajo, porotos, cebollas, tomates, maíz, carnes con hueso, leche, especias y apio.

Stone Soup | What am I doing here?

Finalmente los viajeros quitan la piedra de la gran olla y comparten con todo el pueblo una enorme, deliciosa y nutritiva sopa.

El Tonto del Pueblo

Hay una lección en el cuentito, que para mi tiene que ver con el trabajo creativo en equipo. A veces, en medio de la desesperación, es necesario que alguien proponga hacer sopa de piedra y se atreva a quedar como el tonto del grupo. La sola acción de proponer algo que parece no tener ni pies ni cabeza marca un camino y habilita al resto a aportar, cada uno/a lo que sea que tenga para aportar.

Pero también funciona a solas, cuando no se nos cae una idea o nos paraliza la hoja en blanco, ahí también podemos hacer sopa de piedra. Basta con tomar una idea de esas que aparecieron mientras hacíamos otra cosa, o lo primero que se nos cruce por la mente en ese momento, y esa es la piedra. Después queda confiar en que el cerebro es como ese pueblo o equipo de trabajo, distintos recuerdos, la intuición y todo lo que no sabés que sabés va a empezar a aportar para convertir esa sopa de piedra en algo nutritivo.

Lo bueno es que las piedras, como las malas ideas, sobran. Y no perdemos nada en caso de que no funcione.

Un Ejemplo de la Vida Real

Si me preguntan “A donde vamos a cenar?”, yo no lo pienso un segundo y respondo lo primero que se me viene a la mente “Vamos El Rey del Vitel Toné” o cualquier otra cosa. Lo que dispara dos opciones:

  1. Me dicen “OK”. En cuyo caso hemos resuelto el problema y salimos a comer.
  2. “No me gusta, ¿Por qué mejor no vamos a “La Reina del Estofado”, a lo que respodo “Dale” o propongo una tercer opción. Otro éxito, en ambos casos salimos de la página en blanco instantáneamente.

No falla nunca. Así con todo, la idea es poner la piedra en el agua y vamos viendo en el camino.

Si estás diseñando un juego, empezá por donde sea, mecánica o contexto, ideas o inspiración, todo sirve de piedra para esa sopa.

¡Gracias por leer!