Un juego para comunicar ideas, y un choreo.

¡Hola, bienvenidx a la edición inaugural del newsletter de Todo.Normal! 

Gracias por leer, espero poder contagiarte mi pasión por los juegos y la convicción de que el diseño de mecánicas es una valiosa herramienta a la que todos podemos echar mano.

Cuando digo diseño de juegos no me refiero exclusivamente al acto de inventar el nuevo “Scrabble”, sino a una forma de pensar, sintetizar o diseñar. A comprender la generación de dinámicas a través de mecanismos de lo más diversos.

Cruzo los dedos y espero lograrlo. A por ello.


Un juego denuncia

Año 1903, USA.

Henry Ford funda la Ford Motor Company, los hermanos Wright realizan el primer vuelo en una máquina más pesada que el aire y Elizabeth “Lizzie” Magie diseña un juego de mesa innovador, elegante y divertidísimo. Uno que pronto se vuelve muy popular entre estudiantes de Harvard y miembros de la comunidad Quaker quienes lo comparten utilizando tableros dibujados a mano y reglas transmitidas oralmente. 

“The Landlord Game” (“El juego del propietario”) nace con la misión de denunciar los efectos del monopolio de tierras y su efecto empobrecedor en la población. A su vez, Magie pretende compartir las ideas económicas de Henry George (“Georgismo”) como solución al problema donde se grava impositivamente el uso de la tierra con sus recursos en vez del trabajo.

“Magie vivió una vida de lo más inusual para la época. […] Además de trabajar como taquígrafa y secretaria, escribió poesía, cuentos y participó de rutinas cómicas en teatro. También ocupó su tiempo libre en crear un juego de mesa que expresase sus fuertes convicciones políticas.” -NYTimes

Para lograrlo, el juego contiene 2 variantes:

  1. Versión pro-monopolio. Los jugadores compran tierras, crean industrias y obtienen beneficios por las mismas. El objetivo consiste en acumular tanto como sea posible hasta que eventualmente 1 jugador obtenga todas las tierras. El resto ya no puede sostener los impuestos, pierde y se aburre en el proceso.
  2. Versión anti-monopolio. Los jugadores compran tierras, crean industrias y obtienen beneficios por las mismas. El objetivo consiste en que todos los jugadores doblen su riqueza inicial fomentando estrategias cooperativas y la participación de todos hasta el final del juego.

El resultado (en términos económicos, pero me parece oportuno enfocarme en eso) de esta aventura lúdica/educativa les un ingreso de 500 USD para la diseñadora original y varios millones para Charles Darrow, quien 30 años más tarde publicase una copia casi idéntica de “The Landlord Game” con el título de (ya lo adivinaste) “Monopoly”, eliminando claro, una de las variantes.

Mecánica > Texto

Un buen juego, con mecánicas que fomentan dinámicas específicas, es la forma más poderosa de transmisión de ideas que tenemos, y el que piense lo contrario que me venga a buscar.

Incluso el “Monopoly” como lo conocemos hoy mantiene el efecto educativo que le dió origen. Tal vez Magie no haya obtenido los beneficios económicos acordes a su trabajo, pero el mensaje está vivo en ese tablero.

“Deja que los niños vean con claridad la grosera injusticia de nuestro sistema actual de posesión de tierras y cuando crezcan, si se les permite desarrollarse naturalmente, el mal pronto será remediado.” Elizabeth Magie

Si alguna vez jugaste una partida de Monopoly sabés que solo hay dos desenlaces posibles. U obtenés todas las tierras y destrozás a tus oponentes ebrix de poder, o ves a otrx hacerlo. Ninguna de las dos opciones es especialmente divertida una vez que se inclina la cancha. Quien obtiene terrenos primero, generalmente gracias azar ya que el juego presenta una estrategia dominante clara (hablaremos de eso en próximos envíos), indefectiblemente resulta vencedor.

No conozco un texto, película o discurso que pueda transmitir esa sensación de infinita injusticia cuando vemos que no hay esfuerzo posible que nos salve del final cuando otrx jugadxr en la mesa obtuvo la mayoría de propiedades y está convirtiendo 4 casas en 1 hotel a diestra y siniestra.

Ok. ¿Pero porqué?

Un juego sólo es divertido de pe a pa cuando hay justicia y balance de recursos para todos los participantes. En un espacio controlado, como los objetivos, reglas y herramientas de un juego, cualquier desbalance se hace evidente luego de un par de partidas.

En el juego nos atrevemos a desafiar las reglas, e incluso rechazarlas de plano si notamos la mínima injusticia. Estamos atentos al balance en la repartija y la justicia es pieza fundamental e innegociable cuando nos explican las reglas de un juego.

Un buen juego no enseña sino que transmite y te obliga a sentir, es una patada al hígado. La publicidad y propaganda ya nos enseñaron que todo se trata de emociones, recordamos lo que sentimos, el resto es anécdota.

¿Porque somos mansos en el gran esquema de la justicia y paladines defensores de lo correcto cuando alguien se cartea en el truco?

No sé la respuesta pero sí que jugar con atención es ejercitar nuestra capacidad de analizar justicia y balance en todo lo que nos rodea instintivamente. Y si eso no es algo digno de promover, yo no sé que lo es.


Links de yapa

Una interesante nota sobre Lizzie Magie en NYTimes (está en inglés, pero el traductor de google se encarga de eso): Monopoly’s Inventor: The Progressive Who Didn’t Pass ‘Go’

¿Te quedaste muy manija y querés leer el libro con el título más exagerado de todos los tiempos, que de paso trata sobre el Monopoly? Entonces “Los Monopolistas: obsesión, furia y escándalo detrás del juego de mesa favorito mundial”, es para vos.